lunes, 12 de diciembre de 2011

Te odio México


México, te amo pero no eres tú soy yo.
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Espera un poco...
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Sí, sí eres tú. Eres como un amante mal agradecido, yo hice todo lo que pude por que creía en ti y véte ahora cómo estás. Quise "cambiar al sistema" y "luchar contra él". Siempre fui honesta y trabajadora y ¿cómo me pagaste? Con pocas oportunidades de empleo, sueldos insuficientes y horas extras impagas. Pero eso sí, exigías mi 200 por ciento, puntualidad, honestidad, fidelidad, ser bilingüe, tener una carrera y "bonita" presencia sin dejar de lado el criterio amplio.

Chale.

Debí haber sospechado de ti desde antes, cuando debido a la insuficiencia de matrículas tuve que elegir una escuela privada. ¿Cómo la pagué? No fue gracias a ti que tenías a mi madre sumida en un trabajo como el ya mencionado. Fue únicamente y gracias a mí, a Dios o a la suerte y a mi talento (o ñoñez, llámale como quieras) que obtuve una beca y así me gradué.

Y ahora, después de tantos años, tú sigues tal y como te recuerdo. No es lo mismo, pero es igual. Con tus mismos complejos y tus mismos prejuicios y la misma crisis (pero otra) con tus mismos problemas de corrupción, de inseguridad y de falta de empleo. Claro, con algunas ligeras mejorías como la aceptación de la gente gay como parte de la sociedad, y con algunas ayudas a tus campesinos y adultos mayores; pero con un gran cáncer llamado Narcotráfico.

Estás enfermo, México. Y yo no puedo aunque quisiera hacer más por ti (cualquier parecido con una canción de Juanga es mera coincidencia). Sólo rezo para que no termines destruyéndote a ti mismo y de paso, a todos los que viven en ti, a los que aún creen en ti y a los que a pesar de todas tus faltas, te seguimos queriendo.

México, te quiero lejos.

La D