viernes, 8 de febrero de 2013

El tiempo que me tomó ser tu amante

Recuerdo perfectamente esa noche, ese instante.

Ahí sentada en la oscuridad de mi alma y sintiendo la desolación en su máxima expresión, llegaste, y contigo la consolación.


Dejemos claro que nunca te invité. Hasta podría decir que aprovechaste el momento…


Por años fuiste una amiga, un consuelo y hasta una simple espectadora a ratos.


¿Cuánto nos tomaría llegar a ser amantes? Años… Eso me tomaría darme cuenta que te amaba. Al igual que nuestro primer encuentro, fue una noche, sólo tú y yo; sin palabras, sólo un tierno abrazo que me hizo darme cuenta, era tuyo.


“Por fin llegaste” dijiste, “Gracias por esperar, te había confundido con otras caras” susurré.