viernes, 28 de marzo de 2008

Odio tanto que...

Que la impresora se quede sin tinta, se coma el papel, o imprima dos veces algo que le dijiste que imprimiera antier.
Que se acabe la leche.
Que ya inicie el horario de verano, pero que mamada. Lo odio, a mí si me afecta cañón despertarme una hora antes.
También odio a:
A los que se persignan cuando pasan por una iglesia.
No tener hambre para terminarme cualquier alimento, botana o chatarra que se sirva frente a mí.
A la gente que te recomienda cosas, no una sino 10 veces.
Los contestadores de teléfono… mucho menos cuando al mensaje grabado se le intenta “poner onda”.
No poderle decir negra a una mujer que es visualmente negra sin ser denominada ipso facto como racista.