viernes, 11 de noviembre de 2011

No le funciono al mundo


Llevaba meses o años pensándolo pero hasta ahorita que se lo conté al taxista que me trajo desde la cantina hasta este post se me aclaró todo. Le dije que siento que yo no le funciono al mundo y que ya no sé qué hacer. ¿Cómo está eso? me preguntó el chofer falsamente intrigado. Y yo le dije, reiterativo, que no le funciono al mundo y que ya no sé qué hacer.

No le funciono a mi familia porque francamente ya asumí que soy incapaz de hacer que mi madre o mi padre se sientan orgullosos de mis logros. Todo lo que consigo, siendo francos, contradice la forma como me educaron y los sacrificios que eso implicó. Mis hermanas se resignan ante mi presencia.

No le funciono a mi novia porque no tengo ningún interés en que nuestra relación mejore y que crezcamos como pareja, no me interesa gestar una mutua e impecable historia de amor digna de ser recordada. Tampoco me interesa dejarme llevar por lo que yo llamo "la gran ficción humana", es decir: no quiero ser padre ni quiero educar a un alma nueva, ni heredarle mis libros y miedos.

No le funciono a mis amigos porque no me interesa viajar con ellos, porque no me interesa recordar hasta el hartazgo la anécdota en que fuimos inmortales. No quiero ser mejor cada día de mi vida y, en la medida de lo probable, me interesa mucho cogerme a las novias de todos los weies que conozco hoy en día. No quiero que nadie me conozca llorando o debilitado por una fulminante pesadilla.

No funciono como empleado porque no me interesa en lo más mínimo ganar cada vez más dinero ni quiero un mejor puesto ni quiero tarjetas de presentación ni viajes con todo pagado a miami. No quiero mi nombre inscrito en un organigrama destinado al olvido de los organigramas. No quiero gustarle a la de sistemas ni entenderle a la fotocopiadora.

No funciono como ser humano. No quiero ser sabio ni que me aplaudan ni que me abucheen. No quiero morir.

Y el taxista me dijo que no exagerara, que en algo debía yo ser bueno, me dijo que algo debía apasionarme y yo pensé en todo lo que me falta por leer y en todas las películas que no he visto pero en cambio le dije que nel, que ya estaba harto. Le dije que no le funciono al mundo y que no sé qué hacer al respecto. Y él me dijo que yo le estaba contando todo eso porque sabía que nunca más nos veríamos otra vez y yo le pedí, con toda honestidad, que memorizara mi rostro porque la próxima vez que lo viera iba a decirle que yo era el mejor novio, el mejor amigo, el empleado del mes y el mejor hijo probable. Hasta le dije que dejaría buenas propinas a los meseros más ineptos y que mi jefe diría que tengo un gran futuro en la empresa y que sería recordado. Y que sería -malditasea- recordado. Pero todo eso es mentira.