domingo, 16 de marzo de 2014

Despedidas


Decir adiós es importante. Aprender a despedirse es esencial para abrir los brazos al provenir, nada es estático excepto nuestra absurda mente occidental, oxidada, triste, mente que se niega a la muerte, a la vida misma, exhausta de desear la permanencia, agria de exigir inmortalidad, ese olor penetrante a podrido de una civilización que ve en vender el alma por la juventud eterna una ventaja. Esta sociedad requiere que enseñemos y aprendamos a decir adiós.

Yo creo que sé despedirme, he hecho de ello un arte, saber despedirse con soltura, manejando el dolor, llorando y recordando en mí mismo el proceso del duelo y llevándolo de a poco como reconociendo a una vieja amiga que me visita de vez en cuando; nos reconocemos, nos saludamos con familiaridad, algún día será la definitiva, por lo pronto el dolor es pasajero, la pequeña muerte presentida o súbita me enseña que nada permanece. En cada duelo aprendo algo nuevo, se necesita valor para hacerlo, pero siempre algo queda, el alma se enriquece y eso es todo.


Hoy volví a decir adiós, adiós a una etapa, a un milagro pasajero, a una manera de trabajar, es augurio de otros cambios, nada será igual, en realidad nada nunca lo es. Suelto con facilidad. simples mantras de evolución.