jueves, 6 de septiembre de 2007

Dos baladas

1.

No cesa el chirriar del grillo.

Ahora lo advierto.

Hace un momento nadie lo escuchaba.

Era un pequeño grito entre la hierba?, una llamada?, un lamento?

Menos, mucho menos: tan menos que ni tú lo escuchabas;

tan menos que no era a nosotros a quienes llamaba;

tan menos que no invocaba ni exclamaba;

tan menos que ante él tus pasos sobre las baldosas tibias

eran un luminoso clamor.

Aunque, es cierto, tampoco nadie lo advertía.

2.

Cómo quisieras morir, nadie te pregunta.

Diciendo qué, mirando qué,

qué recordando, qué besando.


¿Por qué nadie?


Dilo tú, inquiere tú, suéltalo tú:

Besando una mejilla,

apenas con la delgada hojuela de los labios.

Recordando una mirada fugaz

en el momento en que estalla entre mis luces.

Mirando el arribo incesante de las olas

en un mar verde, gris, alado.

Diciendo,

gracias al cielo si dicendo,

si cantando una tonada azul,

si afinando la última cuerda en la garganta.

filiberto cruz obregón,
agosto2007