jueves, 22 de noviembre de 2007

Cadáver exquisito*

Me dirijo a la mesa de madera cruda sobre la que descansa el haz de plátanos. Al llegar, arranco uno de los frutos. Lo tomo de uno de sus extremos. Todo se detiene. Parece que se detiene. No sé qué hacer. No sé qué sigue. He olvidado sus labios. Su mirada permanece fija. Parece que quisiera dialogar con la mía. No. Sus labios han encallado y su mirada resbala o traspasa (qué más da) mis ojos. Habla pero permanece en silencio. No sé qué sigue. Sus ojos se han coagulado. Sus labios astillan. Su silencio se cuela por una rendija de su voz. Sigo con el plátano en la mano. No lo he desnudado. ¿Eso fue lo que siguió? Sus ojos se cubren con todos los polvos del pudor y el desdén. Sus labios permanecen atrapados en un beso amargo. Tan dulce. Tan llevado por las corrientes del subsuelo. Díganme, por favor, ¿la sigo amando?
…………

*Ver en estética del surrealismo

Filiberto Cruz Obregón


Tuxtla, 15 de junio de 2007