lunes, 23 de marzo de 2009
Amistad
No pensé que la llegaría a querer tanto. Comenzó como una cerrada rivalidad cordial pero inequívoca, del tipo que tienes con alguien que persigue la misma meta que tú y no piensas dejar que te gane. Al poco tiempo de conocerla, sucedieron cambios que nos acercaron y descubrimos que nunca fuimos tan diferentes, que éramos igual de caóticos para lidiar con nuestras pasiones y que teníamos todo para ser los mejores amigos. Aún lo somos.
Eso fue hace tres años. En ese tiempo la he visto crecer, graduarse, enamorarse, caer, volver a volar y sanar tras episodios bastante críticos de su vida. Es toda una peleadora. Estamos en contacto constante y siempre sabemos que tenemos algo bello, íntimo, de confianza y complicidad ilimitada.
Ha sido mi amiga, mi heroína, mi niña, mi paz, mi consejera, mi prozac, mi bella hechicera y mi reina guerrera. Y sé que significo mucho para ella, tanto como ella me inspira, me comparte y me impulsa. Soy un tipo muy, muy afortunado.