lunes, 9 de abril de 2007

Viernes

El viernes pasado me la he pasado con mi tocayo acá en el barrio donde vivo.
Tenía por lo menos 3 años sin saber de él. Este chico disfrutaba jugar fut a lo bestia y pues era mi cuate de la época en que era deportista (No se valen risas por el anterior comentario).

Lalo ahora tiene 24 ya con dos hijos (viene un tercero), sus padres han muerto hace apenas tres meses y se pone unas friegas para llevar de comer a su familia.

Esa parte de la conversación me quedé sin palabras, podía haber dicho palabras de animo (que cualquiera con sentido común lo haría) o podía decirle la verdad, que haga lo que haga nada vale la pena y que su esfuerzo nunca será recompensado.

Sin embargo, se ganó mi respeto. Porque ante tantos problemas, no se dejó caer. Da igual.

Ángel Caído.