lunes, 24 de diciembre de 2007

Es del nabo ser mujer.


Es cierto, para empezar hay una discriminación horrible en los puestos de trabajo (tenía que decirlo). A las mujeres nos hacen pruebas de embarazo para conseguir un trabajo, y a los hombres los prefieren casados con hijos. Aún no se ha sabido de un grupo de niñas de primaria que se dediquen a bajarle los pantalones a los niños para verles los calzones: y me consta que los niños sí te levantan la falda. Ojitos a mis compañeros de primaria, by the way. Si eres hombre y tienes el pelo largo eres un poeta, músico o intelectual y casi siempre bastará con que seas hombre para que tu cabello sea impecable. Si eres mujer, tienes que despuntar el cabello cada tres meses, teñirlo, hacerle luces, quitarle las luces, hacerle capas, cortarlo parejo, secarlo, plancharlo y rizarlo (sí, yo misma realicé los tres pasos ayer). Te picoteas los ojos con el delineador (en lápiz para la línea de abajo y líquido para la línea superior), con el rimmel, te perfumas, peinas, emperifollas y todo lo demás y para no quedar mal te subes a unos inmensos tacones de 10 centímetros.

Y pienso que sí hace falta reconocer las habilidades secretas de las mujeres: las que pueden correr con tacones y cargando un escuincle. Las que llegan mega jodidas del jale y tienen que escuchar todas las sandeces que sus criaturas hicieron en el cole, sonreírle al marido, hacer la comida. Distinguir el rojo "bloody mary" del "cereza" o del "bermellón". Estar listas y radiantes a las siete de la mañana. Manejar bien. Combatir sus instintos de caerle a golpes al oficial de tránsito porque está tragándose una torta de buche (cual diputado) y decirle "buenas tardes oficial". El oído finísimo que desarrollan las madres para detectar cuando su panzonete llora de hambre, calor o mero berrinche. La capacidad visual que les permite cubrir un rango de 360° y determinar en que momento uno está a punto de caerse del árbol.

No todas son así. Muchas no lo son. Pero a las que lo son: respect. Es realmente difícil ser mujer, pregúnteselo a cualquier travestido. Y sí, estoy consciente de que ser niña fue un mero accidente genético. Y muchas veces no estoy cien por cierto convencida de que haya sido especialmente afortunada... pero es chingón ser vieja. Ja!

Besitos mil,
Dre.