martes, 23 de diciembre de 2008
Sobre la religión
Entiendo que la religión aprendió hace mucho a sortear con argumentos la crueldad cósmica, pero es la ausencia de protesta, la eficiencia intelectual, lo que me resulta repugnante. Quienes afirman pulcramente no tener explicación, que todo es un misterio, que los designios del universo y su Creador rebasan las facultades de la mente, están predispuestos a la tragedia. Deberían admitir más cándidamente que prefieren no reflexionar sobre las implicaciones espirituales de la destrucción natural porque quieren proteger aquello en lo que creen. Después de tal desastre, la gente religiosa tiene más trabajo mental que la gente irreligiosa, porque son ellos quienes predican el gobierno benevolente del mundo. A veces enseñan algo mucho peor: la explicación punitiva del sufrimiento, la idea de que esto no es el mal, sino la justicia.