viernes, 7 de octubre de 2011

La vejez

Leí que la vejez empieza cuando uno tiene más recuerdos que sueños. No es un tema que toque por primera vez en esta, su bitácora del povenir, el evidente miedo a envejecer que desde hace unos años me aborda. Me duelen órganos internos que no puedo nombrar porque no sé cómo chingados se llaman. Uno conoce la geografía de su cuerpo tan poco como la de un mapa de hace varios siglos. Me duele todo porque este año me he exagerado como bebedor de alcohol con el objetivo de mitigar ciertas ausencias. También me duele el tobillo. Es porque anoche bailé como desquiciado, bailamos hasta que fue molesto para el resto de fiesteros. La reunión se salió de las manos y por mi culpa se armó una bronca sin un sólo puñetazo. Hoy me siento agredido y debilitado. A veces siento que en un holocausto zombie yo sería el típico cobarde al que ya mordieron los infectados pero no le dice a nadie y cada que lo dejan solo se revisa el mordisco en el brazo. Ah pero estaba hablando de que me siento viejo. Y sigo teniendo cara de niño. Y seguiré pareciendo más joven de lo que soy porque tengo un retrato oculto detrás de un biombo en casa de mis papás. Me frustran cosas, una de ellas: jamás luciré maduro. Es una condena este rostro de escuincle. Antes de que lo note ya seré un viejito bonachón. Me temo que a estas alturas de mi breve vida, ya tengo más recuerdos que sueños. Y el cuerpo se me hincha y me duele todo y hace calor y tiempo...

NEB