lunes, 24 de octubre de 2011

Nocturno a una promiscua


Cierro la puerta y el frío sigue colándose.
Miro a través de la ventana,
sólo para perderme en la contemplación del espacio infinito.
Estoy en medio de la vida, parado a la mitad de esta existencia;
desde aquí veo el pasado y el pasado a la vez.
Un repentino sobresalto me acosa
cuando oigo el picaporte de la puerta al girar.
Me instalo rápidamente en el sofá-cama.
-al fin llegas- le digo sin moverme de mi lecho- , no te deseo
y sin embargo, sabría que vendrías.
Por respuesta sólo recibo el silencio.
Descalza de pies y desnuda hasta la cabeza
se acerca, lenta, inmiseriocordemente.
Sus formas alteran mis sentidos,
intento abstraerme en otras cosas, pero ella,
con su habitual seguridad, ya está sobre mi.
Galopa por mis sentidos.
No puedo evitar que un escalofrío inunde mi cuerpo.
Desnudo trato de rechazarla:
-Porqué no te das la vuelta y regresas por donde llegaste.
Imposible, no me oye, ya sé que esta noche se quedará,
que mi lecho -una vez más- con ella voy a compartir.
Eres una promiscua ardiente - le reclamo-,
frágil, idiota, imbécil, implacable, puta...
Porqué si no puedes estar sola, te llamamos
soledad.

Errece

Hablando de grámatica machista, pero en este caso, creo que no podría el autor expresar con otras palabras lo que deseaba externar.