lunes, 11 de febrero de 2008

Conocí a Les en una micro


Linda chica, nunca me gustaron sus frenos. Camino a su casa, la luz del Colegio Militar proyectaba nuestras sombras dispares en el suelo y yo usaba mis manos para que pareciera que tengo cuernos de diablo. Como sea, jamás sucedió entre los dos cosa alguna, una vez se sentó en mis piernas adentro del metro y otro día me acompañó a ver al Cruz Azul perder, disfruté de los descuentos de empleado que le hacían en la tienda donde trabajaba de cajera. Era fragil, como 7 años menor que yo, se ponía tacones pretendiendo alcanzarme, su piel era como meter la mano en tierra húmeda y su perfume iluminaba las circunstancias

Se me puso mala de un oído, así que la llevé con mi tío doctor. Ya conozco el procedimiento: te meten una jeringa con agua en la oreja y a presión la cerilla sale, bastante asqueroso. Ella lloraba mucho, se la estaba pasando mal en serio, me rasguñaba el brazo mientras yo le sostenía de la nuca. Estuvo feo porque viéndola ahí, sufriendo, me di cuenta de que la mujer me valía madres. Su dolor no me provocó nada. Lo que yo quería era irme de ahí para chingarme unos tacos.

Cinco al pastor con extra piña. A ella no la volví a buscar, ni ver, despues de ese día. Ya pasaron más de 4 años.

Gabriel Rodriguez.