jueves, 12 de abril de 2012

Sonetos


POR WILLIAM SHAKESPEARE


CV
No dejen que mi amor se llame idolatría,
ni que mi amado sea mostrado como un ídolo,
pues todas mis canciones y alabanzas son
de uno, para uno, aún y para siempre.
Hoy mi amor es gentil, será gentil mañana,
todavía constante en pródiga excelencia;
por tanto, confinado mi verso a la constancia,
deja fuera lo otro expresando una cosa.
Bello, gentil y cierto es todo mi argumento;
bello, gentil y cierto cambian a otras palabras,
y en ese cambio está gastada mi invención,
los tres temas en uno, ganando alcances pródigos.
Bello, gentil y cierto han vivido apartados.
Esos tres que, hasta ahora, no habían sido uno.

CXXX
     Los ojos de mi amante nunca serán el sol,
     el coral es más rojo que el rojo de sus labios.
     Si la nieve es blancura, ¿por qué su pecho es pardo?
     Si el pelo fuera alambres, tendría alambres negros.
     He visto rosas rojas y blancas de Damasco,
     pero no he visto rosas tales en sus mejillas,
     y en algunos perfumes hay mucho más deleite
     que en el fétido aliento que escapa de mi amante.
     Adoro oír su hablar pero, lo sé muy bien,
     la música posee un sonido más dulce.
     Concedo no haber visto a una diosa partir:
     mi amante toca tierra al caminar. Con todo,
     yo juro por el cielo que mi amor es tan único
     como el que ella desmiente por comparar en falso.