viernes, 2 de octubre de 2009

40,000 pies sobre el nivel del mar


Eran las 20:15 horas y yo me encontraba en el vuelo número 7646 de Mexicana de Aviación que volaba de Minatitlán, Veracruz, hacia la Ciudad de México, regresaba de una reunión de trabajo en Uxpanapa con ejidatarios indígenas que fueron desplazados hace 35 años por la construcción de la Presa "Cerro del Oro" en Oaxaca. Todo era de lo más común, como en cualquier otro vuelo, sin embargo, de pronto escuche, "Buenas noches damas y caballeros para su información volaremos a una altitud aproximada de 40,000 pies sobre el nivel del mar, el tiempo aproximado de vuelo es de 55 minutos, el capitán....." poco a poco sus palabras perdieron sentido para mi, pues quede hipnotizado con su belleza, era una belleza morena, como de 1 metro con 55 cm, menudita, con grandes ojos obscuros y unas pestañas que habían recibido una buena ayuda del rimel.
 
Debido al cansancio dormite un poco, alrededor de 22 minutos hasta que, comencé a escuchar que iban a repartir los siempre agradables cacahuates japonenes y algo para beber. Poco a poco la azafata comenzó a recorrer cada uno de los asientos del avión hasta que por fin llegó a mi lado. "Gusta algo de beber". En ese momento la mire a los ojos y cuando me entregó la bolsa de cacahuates (cuyo contenido neto aproximadamente es de 15 g) acaricié brevemente su mano. Creo que algo sintió pues note un breve sonrojo en sus mejillas, y volvió a repetir "Gusta algo de beber". Hipnotizado como estaba le respondí (o en ese momento creí decirlo) "Sí, quiero un vaso de pasión, endulzado con unas gotas de tus labios y escarchado con un toque de locura". Cuando salí de ese estado hipnótico solo alcance a murmurar, "Una coca sin hielos". Dicho lo anterior, procedió a entregarme mi vaso y a continuar con su rutina.
 
Al ir alejándose poco a poco de mí la seguí con la mirada, observando detenidamente su espalda, hasta bajar mi mirada hacia sus nalgas, unas nalgas tan apetecibles que de pronto mi imaginación comenzó a volar, imaginado que en ese momento me levantaba de mi asiento para dirigirme hacia ella, tomarla de la cintura, subirle su vestido, y comenzar a acariciarle sus nalgas a través de sus medias negras, para depués comenzarla a besar apasionadamente.
 
Desafortunadamente mi fantasía pronto fue diluida por la voz del capitán. "Buenas noches señores pasajeros, desde la cabina de pilotos....." Después de eso, ella no volvió a pasar a mi lado y fue hasta que aterrizamos en la ciudad de México y comenzamos a descender del avión en la puerta 17, cuando pude volver a verla y oler su perfume, llevando conmigo un olor a lilas.......
 
Saludos a todos y todas.
 
Maximus



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